Para la región de América Latina y el Caribe, el mes de noviembre ha dejado una estela de daños y dolor tras el paso de los huracanes Eta y Iota, afectando directa e indirectamente a 5.2 millones de personas en 9 países de América Latina.
En Panamá, el 3 y 4 de noviembre mientras la población panameña seguía luchando para afrontar la pandemia del COVID-19, las intensas lluvias generadas por el desplazamiento del huracán Eta ocasionaban desbordamientos de ríos, deslaves y derrumbes en varios puntos del país, siendo la región norte la más afectada, entre éstas las provincias de Chiriquí, Bocas del Toro y la Comarca indígena Nägbe Buglé.
La semana siguiente mientras el Gobierno de Panamá continuaba atendiendo la emergencia, el huracán Iota genero fuertes lluvias que afectaron a la población que vive en la provincia del Darién, en la región fronteriza con Colombia.
Los huracanes Eta y Iota no tocaron suelo panameño, pero la huella de dolor y destrucción fue amplia, decenas de vidas humanas perdidas, personas desaparecidas, miles de personas que perdieron sus hogares, caminos de producción intransitables, acueductos comunitarios dañados, así como miles de dólares en pérdidas para el sector agrícola.
En Panamá, las imágenes eran desoladoras, pero los rescates llenaban de esperanza a la población panameña, mientras las autoridades nacionales, rápidamente activaron los protocolos de rescate y atención a las comunidades y regiones más afectadas, especialmente, a las personas y familias, muchos con niños y niñas pequeños que han tenido que abandonar sus tierras y sus hogares, para ser reubicados en albergues temporales.
El Sistema de las Naciones Unidas en Panamá, en apoyo a los esfuerzos del Gobierno de Panamá, y a través del ACNUR, FAO, ONU Mujeres, OIM, PNUD, UNOPS y UNICEF, realizó entregas de diversos insumos y productos de primera necesidad para atender la emergencia.
Para Cristian Munduate, Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Panamá, los Objetivos de Desarrollo Sostenible demandan no dejar a nadie atrás, especialmente, aquellas personas que por diversas razones pueden quedar rezagadas, entre estas, las afectadas por situaciones de riesgo o desastres. Esa es nuestra misión y responsabilidad.
Entre los enseres e insumos entregados se encuentran: frazadas térmicas, tiendas de campaña, jabones de mano y de baño, envases de leche, agua embotellada, pañales desechables para niños y niñas, toallas sanitarias, alcohol, mascarillas, desinfectantes, entre otros productos de primera necesidad. Los esfuerzos han sido coordinados con el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Desarrollo Social.
Ante el inminente aumento de los fenómenos meteorológicos las Naciones Unidas hace un llamado a la solidaridad y a la cooperación internacional para mitigar las amenazas y riesgos sistémicos, y construir un mundo más resiliente para no dejar a nadie atrás.