Por Janibeth Miranda
Las riberas del Río Teribe, ubicado en Bocas del Toro, en la República de Panamá, es el hogar del pueblo indígena Naso Teribe, que es una de las 7 poblaciones indígenas que viven en Panamá.
La comarca Naso Teribe ubicada a unos 260 kilómetros de la frontera con Costa Rica fue la última comarca indígena constituida en Panamá, hace menos de un año.
El gobierno de la población Naso Teribe es de tipo monárquico, siendo la Familia Santana la que conserva, desde hace dos siglos, la línea directa de sucesión al cargo de Rey. Los Naso Teribe viven en Panamá y Costa Rica. En Panamá se ubican en la provincia de Bocas del Toro. En esta provincia viven alrededor de 5 mil habitantes distribuidos en 20 comunidades o aldeas.
Una de estas comunidades es Bonyic, en donde viven Alfredo Sánchez, Cándida y Juan Quintero, que tienen muchos años de experiencia cultivando la tierra, y quienes se transformaron en nuestros principales guías en la comunidad.
La subsistencia de la etnia se fundamenta en la agricultura, siendo sus principales cultivos el plátano, maíz, arroz, cacao, café y pixbae, sin embargo, las crecidas del río Teribe, constantemente les generaba muchas pérdidas de sus cultivos. Esto llevó a un gran número de los moradores de la comunidad a buscar sustento trabajando para fincas de plátano de terceras personas, dejando de lado el cultivo de sus propias tierras.
Pero en 2020, con la llegada del coronavirus y las paralizaciones de muchas labores, los moradores de Bonyic se vieron en la necesidad de generar sus propios alimentos.
De este modo, a inicios del 2021 unas 7 familias de Bonyic se reunieron para crear su huerto. Un huerto que les permitiera tener alimentos seguros y a la larga generar algo de ingresos para sus familias.
El primer paso era encontrar un terreno fértil y adecuado. Por ello deciden utilizar parte de las tierras de un Centro Comunitario, propiedad de toda la comunidad para iniciar su pequeño huerto familiar. Las tierras de este Centro se encuentran más alejado de las orillas del río Teribe reduciendo las posibilidades de pérdidas producto de las inundaciones.
Cándida, Alfredo y Juan miembros de estas 7 familias nos enseñaron el terreno en donde están desarrollando su huerto familiar conformado por una media hectárea en la que cultivan pepino, ají, tomate, hortalizas, apio, orégano, hierba de limón y maíz.
Alfredo de 62 años quien lleva más de la mitad de su vida trabajando para diversas fincas de plátano, le quedó claro que tener un huerto familiar era beneficioso para todos, ya que les permite tener alimentos variados, saludables y seguros para todos. En medio de la pandemia, se unió a las otras 6 familias para iniciar esta aventura.
Alfredo quien sigue trabajando en las fincas de plátano, recibe el apoyo de Cándida y de Juan quienes a diario visitan el huerto para encargase de limpiar la maleza y verificar que los cultivos estén sanos.
Cándida de 37 años, fue una pieza clave para crear el huerto, ya que se encargó junto a otras mujeres de la comunidad de organizar actividades para generar ingresos, como, por ejemplo, ventas de comida.
El dinero generado les permitió comprar las semillas e insumos necesarios para iniciar sus cultivos. Cándida nos cuenta que estos insumos son costosos, porque sus cultivos son orgánicos y libre de químicos para evitar contaminación de los alimentos.
Para Cándida, este es un proyecto que le llena de ilusión porque generará alimentos seguros para sus 7 hijos que están en edades comprendidas entre los 5 y 17 años de edad. Ella cuenta que espera que este ejemplo, también entusiasme a otras mujeres de Bonyic a crear sus propios huertos, especialmente, para garantizar la alimentación de sus familias.
Este último punto es importante, ya que a pesar de que los datos del Ministerio de Salud y del Instituto Gorgas muestran que, en Panamá, la desnutrición aguda en niños menores de cinco años es baja (1.1%), también revelan que la mayor prevalencia se registra en las comarcas indígenas.
Juan, Alfredo y Cándida esperan a largo plazo poder comercializar sus productos, pero por el momento, es un sueño que está empezando a construirse.
Juan con 22 años, es el más joven de los tres, pero tiene mucho interés en capacitarse y fortalecer sus conocimientos para seguir la tradición de sus padres e impulsar en la comunidad de Bonyic la producción de alimentos; sin embargo, para él es muy difícil acceder a cursos de capacitación.
Estos tres habitantes de la Comarca Naso Teribe anhelan que esta sea una actividad sostenible. Su cultura y tradición los llevan a cultivar productos libres de químicos, pero necesitan mayor capacitación y herramientas de trabajo.
Juan, Alfredo y Cándida coinciden que con mayor orientación podrían diversificar sus cultivos, mejorando los alimentos que llevan a sus mesas.
La agricultura familiar es un aliado para impulsar el desarrollo sostenible, eliminar el hambre, la obesidad y todas las formas de malnutrición. De igual modo, la agricultura familiar preserva y restaura la biodiversidad y los ecosistemas, y utiliza métodos de producción que ayudan a reducir los efectos del cambio climático.
En Panamá, las Naciones Unidas, a través de la FAO y FIDA apoyan al fortalecimiento de las capacidades de las familias indígenas para facilitar su inclusión productiva, mejorar sus ingresos económicos y su calidad de vida.
Historia escrita por Gina Buendia con edición de Janibeth Miranda