A medida que la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) se propaga por todo el mundo, observamos un patrón alarmante. Los miembros más pobres y más vulnerables de la sociedad son los más afectados, tanto por la pandemia como por la respuesta.
Me preocupa en particular el bienestar de los niños de todo el mundo. Afortunadamente, hasta ahora los niños se han librado de los síntomas más graves de la enfermedad. Pero sus vidas se han visto totalmente trastornadas.
Hago un llamamiento a todas las familias del mundo y a los líderes de todos los niveles: protejan a los niños. Hoy publicamos un informe en que se destacan los riesgos a que se enfrentan los niños.
En primer lugar, en la educación. Casi todos los estudiantes se encuentran hoy fuera de la escuela. Algunas escuelas ofrecen educación a distancia, pero no está disponible para todos. Los niños de los países con servicios de Internet lentos y costosos están en una situación de grave desventaja.
En segundo lugar, en la alimentación. La asombrosa cifra de 310 millones de escolares, casi la mitad del total mundial, dependen de la escuela para acceder a una fuente sistemática de nutrición diaria.
Incluso antes de la COVID-19 el mundo ya se enfrentaba a tasas inaceptables de malnutrición y retraso del crecimiento en la infancia.
En tercer lugar, en la seguridad. Con los niños fuera de la escuela, sus comunidades en confinamiento y una recesión mundial que se agudiza, están en aumento los niveles de estrés familiar. Los niños son a la vez víctimas y testigos de la violencia y el maltrato en el hogar. Con las escuelas cerradas, falta un importante mecanismo de alerta temprana.
También existe el peligro de que las niñas abandonen la escuela, lo que provocaría un aumento de los embarazos en la adolescencia. Y no debemos ignorar los riesgos cada vez mayores a que se enfrentan los niños al pasar más tiempo conectados a Internet. Este hecho puede dejar a los niños en una situación de vulnerabilidad ante la explotación y la captación (grooming) por Internet con fines sexuales.
La falta de contacto cara a cara con amigos y compañeros puede conducir a la adopción de comportamientos de mayor riesgo, como el envío de imágenes sexualizadas. Y el mayor tiempo que pasan en línea de manera poco estructurada puede exponer a los niños a contenidos potencialmente dañinos y violentos, así como a un mayor riesgo de sufrir ciberacoso.
Los Gobiernos y los padres tienen la responsabilidad de mantener seguros a los niños. Las empresas de medios sociales tienen la responsabilidad especial de proteger a los más vulnerables.
En cuarto lugar, en la salud. La reducción de los ingresos familiares obligará a las familias pobres a recortar los gastos esenciales de salud y alimentación, lo que afectará especialmente a los niños, las mujeres embarazadas y las madres lactantes. Se han suspendido las campañas de vacunación contra la poliomielitis. Se han detenido en por lo menos 23 países las campañas de inmunización contra el sarampión.
Y a medida que los servicios de salud se ven desbordados, los niños enfermos tienen menos acceso a la atención médica.
Con la recesión mundial acelerándose, podrían producirse cientos de miles de muertes adicionales entre la población infantil en 2020.
Estas son solo algunas de las constataciones del informe que publicamos hoy. Su conclusión es clara. Debemos actuar ahora respecto de cada una de esas amenazas a nuestros hijos.
Los líderes deben hacer todo lo que esté a su alcance para amortiguar el impacto de la pandemia. Lo que comenzó como una emergencia de salud pública se ha convertido en una prueba formidable para la promesa global de no dejar a nadie atrás. En el informe se insta a los Gobiernos y donantes a que den prioridad a la educación para todos los niños.
También se les recomienda que presten asistencia económica, incluidas transferencias en efectivo, a las familias de bajos ingresos y que reduzcan al mínimo las perturbaciones de los servicios sociales y de atención de la salud para los niños. Debemos asimismo dar prioridad a los más vulnerables: los niños en situaciones de conflicto; los niños refugiados y los desplazados; los niños que viven con discapacidad.
Por último, debemos comprometernos a reconstruir mejor aprovechando los esfuerzos para recuperarnos de la COVID-19 para lograr una economía y una sociedad más sostenibles e inclusivas conforme a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Ante el hecho de que la pandemia pone en peligro a tantos niños del mundo, reitero mi llamamiento urgente: protejamos a nuestros hijos y salvaguardemos su bienestar.